1. Introducción
A lo largo de la historia, las mujeres han desarrollado un papel fundamental en el trabajo de cuidado, y son ellas quienes, de manera anónima desde sus hogares, protagonizan dichas tareas, por lo que contribuyen de manera significativa al crecimiento económico y social de sus países (Windebank, 2012). En este contexto, se entiende la economía del cuidado como un ejercicio de corresponsabilidad entre Estado, empresas, comunidad y hogares para brindar bienes y servicios a la población; estos servicios son prestados dentro de los hogares y, en particular, son las mujeres quienes asumen las labores que generan beneficios en el desarrollo, bienestar, crecimiento y reproducción de la sociedad (Batthyány y Scavino, 2018). Según Moreno-Salamanca (2018), este concepto enmarca la contribución que a diario las mujeres realizan a la sociedad a través de su trabajo, tiempo y energía. Esta contribución se traduce en múltiples tareas domésticas, como el cuidado de niños y adultos, y en tareas asociadas a la reproducción; tareas que representan una contribución directa al crecimiento de la fuerza laboral en las sociedades (Nordenmark, 2004). Nordenmark (2004) expone que son las mujeres quienes más tiempo dedican a las labores de cuidado no remunerado. Según Moreira da Silva (2019), en el mundo, las mujeres y niñas son responsables en promedio del 75% del trabajo doméstico y del cuidado no remunerado que se realiza cada día en los hogares y en las comunidades a las que pertenecen. Para el caso de América Latina, según la Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer (ONU_Mujeres) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (ONU_Mujeres y CEPAL, 2020), las mujeres destinan más del triple del tiempo en la semana a los trabajos de cuidado no remunerado en comparación con los hombres. En el caso de las mujeres con mayores ingresos, su dedicación es en promedio de 33 horas, mientras que en el caso de las mujeres con ingresos reducidos, su dedicación es de 46 horas aproximadamente (ONU_Mujeres y CEPAL, 2020).
En América Latina y el Caribe, se ha identificado que, en gran medida, son las mujeres las encargadas de realizar las labores del cuidado (domésticas y de atención) en los hogares. Las brechas de género prevalecen en la región pese a que las mujeres han alcanzado niveles de educación más altos que los hombres, y su inclusión en el mercado laboral también ha aumentado. Investigaciones precedentes (Batthyány y Scavino, 2018; Blofield y Martínez-Franzoni, 2015) han demostrado que la desigualdad en la división de las labores de cuidado en los hogares genera para las mujeres una doble carga laboral y mayores desigualdades socioeconómicas. Por lo anterior, algunos países de América Latina y el Caribe en los últimos diez años han venido implementando las encuestas del uso del tiempo (ENUT), con el propósito de evaluar la contribución que las mujeres desde los hogares realizan a las economías de sus países e identificar las desigualdades de género a las que se enfrentan, ejemplo de ello son los estudios desarrollados sobre el tema para el caso de América Latina (Blofield y Martínez-Franzoni, 2015), Uruguay (Batthyány y Scavino, 2018) y Colombia (Moreno-Salamanca, 2018).
A pesar de los avances sobre el tema, en Latinoamérica, las políticas públicas asociadas a la economía del cuidado se han desarrollado con base en la premisa de que los servicios de cuidado están en un ámbito privado y, por ende, corresponde a los hogares y en especial a la potestad de las mujeres su realización dentro de ellos (Blofield y Martínez-Franzoni, 2015). El informe de la CEPAL (2020) indica cómo las mujeres de América Latina y el Caribe desde antes de la pandemia eran las encargadas de las labores de cuidado remunerado y no remunerado, y cómo con la pandemia COVID-19 estas labores de cuidado se han incrementado. Lo anterior ha agudizado las desigualdades de género en el interior de los hogares. En 1995, la ONU, en la conferencia de Beijing, resaltó la relevancia del análisis de las labores de cuidado no remunerado en los sistemas económicos de los países, a la vez que generó visibilidad mundial frente al tema de la igualdad de género en la distribución de dichas labores (Rao, 2018). En particular, dentro del quinto objetivo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la ONU integró este tema como prioridad en la agenda global, con énfasis en la relevancia de su análisis y en la importancia de generar reconocimiento a las labores de cuidado no remunerado, usualmente, realizadas por mujeres, y destaca que estas labores repercuten de forma directa en la economía de mercado (McCarthy, 2018; Moreira da Silva, 2019; Rao, 2018).
Este tema se ha estudiado de forma heterogénea desde diferentes geografías; países como Suecia (Nordenmark, 2004), Francia (Windebank, 2012) y Países Bajos (Warren, Pascall y Fox, 2010) no solo reconocen la importancia de los trabajos de cuidado que realizan las mujeres, sino que mediante políticas públicas permiten que la división del trabajo dentro de los hogares sea distribuida de forma más equitativa (Schmidt, 2014). En contraste, se encuentran también estudios de países como China (Dong y An, 2015), India (Singh y Pattanaik, 2019), Nepal (Marphatia y Moussié, 2013), Uruguay (Batthyány y Scavino, 2018), Brasil (Aguayo y Ramírez, 2019) y Colombia (Moreno-Salamanca, 2018), en los que se destacan los retos en la implementación de políticas públicas sobre el tema. Para Cook y Dong (2011), en el caso de China, la disminución de los servicios de cuidado que provee el Estado genera como consecuencia que se perpetúen esquemas de desigualdad en la distribución de trabajo no remunerado en el interior de los hogares.
De acuerdo con lo anterior, y como lo confirma la literatura, estas desigualdades no solo se manifiestan en la cantidad de trabajo adicional que las mujeres deben realizar, sino que estas condiciones les afectan su bienestar (enfermedades físicas y mentales) y genera efectos negativos desde la perspectiva social y económica (trabajos informales, dependencia económica de la pareja y escasa participación de las mujeres en el mercado laboral). Estudios previos establecen que, en promedio, el porcentaje de horas dedicadas por las mujeres a estos trabajos en comparación con los hombres es de casi nueve horas; para el caso de América Latina, esta situación se intensifica, y se llega a establecer que podría ser la región más desigual del mundo en este tema (Blofield y Martínez-Franzoni, 2015; Dong y An, 2015; Moreno-Salamanca, 2018; Press, Fagan y Bernd, 2006; Reid y LeDrew, 2013).
Los efectos antes descritos se agudizaron durante la pandemia COVID-19 (Farré, Fawaz, González y Graves, 2020). El confinamiento y la integración de nuevas tareas a las labores del hogar exacerbó las profundas desigualdades de género que han persistido durante años sobre el tema (Power, 2020). En específico, se demostró que los cierres de escuelas y el confinamiento en los hogares trasladó el trabajo de cuidado de los niños, de la economía remunerada (guarderías, escuelas, cuidadores pagos) a la no remunerada (Lewis, 2020). De igual manera, la reducción de la atención médica no COVID-19 y la necesidad de cuidar y proteger a las personas mayores, dada su vulnerabilidad al virus, generaron un aumento dramático en la carga del cuidado dentro de los hogares (Casale y Posel, 2020). Por otra parte, la pandemia afectó la situación laboral de las familias, en el corto y mediano plazo, al mismo tiempo que generó impactos negativos en la calidad del empleo. Situación que tuvo mayores efectos en los grupos de trabajadores bajo condiciones laborales débiles (Ernst y López-Mourelo, 2020), conformados en su mayoría por mujeres. Así, se establece que el impacto económico y social de la pandemia en América Latina ha sido muy alto y, en especial, ha afectado a las mujeres, dado que en ellas ha recaído la sobrecarga de trabajos de cuidado no remunerado dentro de los hogares (ONU_Mujeres y CEPAL, 2020). Se encontró que las madres solteras y las mujeres que no viven con otros adultos con los que pudiesen compartir las tareas del hogar han sido las más afectadas (Hupkau y Petrongolo, 2020). Adicional a lo expuesto, la falta de servicios de cuidado ofrecidos por el Estado obligó a las mujeres que participan en el mercado laboral a buscar alternativas para el cuidado de sus hijos con parientes o amigos cercanos, que terminaron siendo también mujeres. En su gran mayoría, mujeres mayores de 60 años quienes presentaban limitaciones de acceso al mercado laboral (Marphatia y Moussié, 2013; Warren et al., 2010; Wright, 2007).
Dada la relevancia del tema y las implicaciones que este tiene para las mujeres, se hace necesario realizar más investigaciones que profundicen en el estudio de la economía del cuidado, en especial para los países en desarrollo (Dong y An, 2015; Qi y Dong, 2016). La generación de nuevo conocimiento sobre el campo permite el desarrollo de políticas públicas sobre el tema, a la vez que favorece la participación de las mujeres en el mercado laboral formal (Cook y Dong, 2011). Considerando tal necesidad, esta investigación tuvo como propósito analizar las tendencias investigativas sobre el estudio de la economía del cuidado, con énfasis en el entendimiento del concepto y en las implicaciones de la pandemia COVID-19 sobre este, estableciendo una agenda de investigación futura sobre este campo de conocimiento en América Latina. Con este propósito, se realizó una revisión sistemática de literatura publicada desde 2002 a 2020 (se toma como año base 2002, pues los resultados son arrojados desde ese año) con base en datos multidisciplinares de Web of Science® (WoS), utilizando como apoyo el software de minería de datos VOSviewer® y el software de análisis cualitativo MAXQDA®. El principal aporte de la investigación es la generación de un aporte teórico a la comprensión de la economía del cuidado desde una visión que integra la literatura previa y que a su vez orienta futuras investigaciones hacia brechas puntuales identificadas en el ejercicio de revisión. También, se pretende generar un aporte metodológico, en términos de la documentación rigurosa de una revisión sistemática de literatura, que integra herramientas de vanguardia para el análisis de tendencias investigativas sobre el campo de estudio de la economía del cuidado, y se espera que constituya un referente para futuras investigaciones. A continuación, se describirá la metodología desarrollada, seguida por los resultados obtenidos con el ejercicio académico y por último se definirán las conclusiones.
2. Metodología
En esta investigación, se desarrolló un ejercicio de revisión sistemática de literatura. Este tipo de revisión se conceptualiza como un estudio detallado, selectivo y crítico que examina la bibliografía publicada y la sitúa desde una perspectiva integradora (Merino-Trujillo, 2011). Se considera un método sistemático y reproducible, que consigue identificar, evaluar y sintetizar los estudios en un campo de conocimiento específico (Onwuegbuzie, Bustamante y Nelson, 2010). En este estudio, se siguió la metodología de tres fases planteada por Tranfield, Denyer y Smart (2003), las cuales consisten en la planeación, el desarrollo y el reporte de resultados.
En la etapa de planificación, se definió el objetivo de la investigación y se establecieron las fuentes de información. El objetivo de la investigación se orientó a identificar tendencias investigativas, analizar convergencias y divergencias sobre el concepto de economía del cuidado, identificar los efectos de la pandemia COVID-19 en el campo de conocimiento y establecer una ruta para futuros estudios sobre el tema. Para tal fin, se seleccionaron las bases de datos WoS y Scopus. En esta etapa, se definió, como criterio de calidad para el proceso de filtrado de documentos, la inclusión de artículos con un enfoque teórico sobre el tema, que aportaran a la comprensión de la economía del cuidado, y de documentos con un enfoque práctico que permitieran entender el efecto de la pande mia COVID-19 sobre esta economía.
La segunda fase corresponde al desarrollo del proceso de revisión sistemática, que se estructuró en seis etapas: 1) construcción de la ecuación de búsqueda y aplicación en la base de datos, 2) procesamiento de los datos, 3) identificación de aspectos relevantes sobre el campo de conocimiento, 4) selección de los documentos objeto de análisis con la aplicación del criterio de calidad, 5) inclusión de los documentos por efecto bola de nieve y (6) lectura completa de los documentos.
En la primera etapa, la ecuación de búsqueda inicial aplicada en las bases de datos fue: ("care economy") OR ("unpaid care" OR "household care economy" OR "care work" OR "care work jobs" OR "unpaid work" OR "care economics"). En la segunda etapa, de procesamiento de datos, los 138 artículos se analizaron utilizando el software de minería de datos VOSviewer®. En la tercera etapa, como resultado del procesamiento de los artículos en el software antes mencionado, se identificaron los siguientes aspectos relevantes sobre el campo de estudio: dinámica de publicación con base en un análisis por países, autores y la correlación entre temas de estudio asociados a la economía del cuidado. En la cuarta etapa, se realizó la lectura de títulos y resúmenes de los 138 artículos resultantes para verificar el cumplimiento del criterio de calidad antes descrito. Como resultado de este ejercicio, se seleccionaron 53 artículos. En la quinta etapa, se realizó la inclusión de los documentos por efecto bola de nieve, es decir, que se derivaran de las referencias de los artículos leídos de la muestra original. En este caso, se agregaron seis documentos que indican relación directa con los tópicos de investigación. En la sexta etapa se realizó la lectura completa de los 59 documentos seleccionados, por medio del software de análisis cualitativo MAXQDA®.
Adicional a lo anterior, se integró una segunda ecuación de búsqueda en la base de datos Scopus, con el propósito de identificar los referentes teóricos sobre la economía del cuidado en América Latina y el Caribe. Tomando como base la ecuación de búsqueda antes mencionada, se realizaron los siguientes filtros: tipo de documento (artículo) y selección de áreas (afines a las ciencias económicas y administrativas); además, se seleccionaron documentos publicados en países de América Latina y el Caribe. Con estos filtros se encontraron 91 artículos. Una vez realizadas las seis etapas antes descritas, se seleccionaron 15 documentos para su lectura completa.
En la tercera fase, reporte de resultados, se desarrolló el análisis descriptivo sobre el campo de conocimiento, la profundización teórica sobre los conceptos de la economía del cuidado y el análisis de los principales efectos de la pandemia sobre este tema en América Latina. Los resultados del ejercicio se presentan en el siguiente apartado.
3. Resultados
3.1 Análisis descriptivo sobre el campo de conocimiento
La revisión de literatura para el campo de conocimiento de economía del cuidado se realizó tomando como punto de partida el primer año de información disponible en la base de datos WoS. En la figura 1 se observa que el interés en el campo de conocimiento ha crecido de forma notoria. En el mundo, los países con mayor número de publicaciones son Inglaterra, Estados Unidos y Canadá. En América Latina y el Caribe, los países con más publicaciones son Chile, Argentina y Brasil. En 2016, se generó la mayor cantidad de artículos sobre el tema; sin embargo, se aclara que para el momento del estudio (octubre 2020) aún podría generarse un mayor número de publicaciones sobre el campo de conocimiento. Bahn, Cohen y van der Meulen-Rodgers (2020) sugieren que con la pandemia COVID-19 se deberá profundizar en estudios orientados a reconocer la labor de género y su aporte a las economías, así como los trabajos de cuidado no remunerado que las mujeres realizan y que por motivo de esta pandemia se han incrementado de forma sustancial.
En la literatura, se destacan artículos como el desarrollado por Cook y Dong (2011), quienes estudiaron las razones por las que se han incrementado los trabajos de cuidado en los hogares. Estos autores concluyen que la responsabilidad de muchas de estas labores recae sobre los Estados, y que son estos los que no están cumpliendo a cabalidad con dicho rol. Adicionalmente, se destaca el realizado por Bohoslavsky y Rulli (2020), quienes plantean la vulnerabilidad de las mujeres de América Latina frente a la falta de enfoque de género en las recomendaciones y condicionalidades de las instituciones financieras internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, tanto antes como después de la pandemia, y que en conjunto repercuten directamente en las políticas o estrategias que los Estados desarrollan.
Para estudiar la evolución de las tendencias investigativas en la línea de tiempo, se utilizó el software VOSviewer®. De acuerdo con los resultados arrojados (figura 2), se encontró que para el año 2010 el interés investigativo se orientó al análisis de los efectos de los trabajos de cuidado en las mujeres (Lewis, 2020; Sevilla-Sanz, Gimenez-Nadal y Fernández, 2010). Entre los años 2012-2016, la tendencia investigativa se dirigió hacia los tipos de trabajo de cuidado no remunerado, como cuidado de ancianos, migración y trabajo doméstico (Della Giusta y Jewell, 2015; Estévez-Abe y Hobson, 2015; Sarti, 2014) y, para los años 2017-2020, el interés de las investigaciones ha migrando hacia temas de salud, desigualdades, pobreza, relaciones de género, igualdad de género y COVID-19. Entre estos temas, se destacan las propuestas de Borgeaud-Garciandía (2020); Campaña, Giménez-Nadal y Molina (2020); Lopez-Ruiz, Benavides, Vives y Artazcoz (2017) y McCarthy (2018). Lo anterior reafirma la pertinencia del tema de estudio, en concordancia con los hallazgos de Bahn et al. (2020), para quienes, sin el trabajo de cuidado y de reproducción que las mujeres realizan en los hogares, los sistemas sociales se derrumbarían. Con la llegada de la COVID-19 y las medidas de aislamiento, esta relevancia ha tenido una mayor visibilidad en el contexto latinoamericano y global (Bohoslavsky y Rulli, 2020; ONU_Mujeres y CEPAL, 2020).
Complementario al análisis de tendencias en el tiempo, se realizó un análisis de las publicaciones sobre el tema por países (figura 3). Los resultados mostraron que el mayor número de publicaciones se encuentran en Inglaterra, seguido por Estados Unidos y Canadá. Para el caso latinoamericano, los países que se destacan sobre la economía del cuidado son Chile (Lopez-Ruiz et al., 2017), seguido por Argentina (Borgeaud-Garciandía, 2016) y Brasil (Bujdoso y Cohn, 2008) y por otros países que lo hacen en menor medida como Uruguay (Batthyány y Scavino, 2018), Nicaragua (Franzoni y Voorend, 2011), México (Gomes, 2007) y Colombia; de este último, se destaca el artículo de (Moreno-Salamanca, 2018), quien investigó sobre los trabajos del cuidado en Bogotá. En el estudio se analizan las desigualdades en la cantidad de horas que las mujeres dedican a estas labores en comparación con los hombres. En síntesis, las investigaciones emergentes destacan la necesidad de incorporar políticas públicas enfocadas a los servicios de cuidado por parte de los Estados. Esto considerando que la ausencia de dichas políticas contribuye a perpetuar los esquemas de desigualdad y obliga a las mujeres a realizar dobles jornadas laborales: remuneradas y no remuneradas.
Por último, dentro del análisis descriptivo del campo de conocimiento, se analizó la correlación que existe entre las palabras clave de los autores con el software VOSviewer®. En la figura 4 se pueden observar ocho nodos, cada uno con un color distinto que agrupa los temas más representativos sobre el campo de conocimiento: 1) en color café, trabajo (work); 2) en color lila, cuidado (care); 3) en color azul, trabajo no remunerado (unpaid work); 4) en color verde, empleo (employment); 5) en color rojo, trabajo de cuidado (care work); 6) en color aguamarina, trabajo remunerado (paid work); 7) en color amarillo, migración (migration); y 8) en color naranja, división del trabajo en función del género (gender división of labor).
El análisis permitió corroborar las áreas y los temas con mayor relevancia frente al tema de estudio de la economía del cuidado, en coherencia con la revisión de la literatura realizada. Se destaca la investigación de Amarante y Rossel (2018), que se enfoca en la brecha de género y la división sexual del trabajo no remunerado en América Latina.
3.2 Conceptualización de la economía del cuidado
La economía del cuidado ha sido definida por diferentes autores y movimientos feministas de dos maneras; la primera, como los trabajos que se desarrollan dentro de los hogares, que integran tiempo, dedicación y esfuerzo físico y mental sin una retribución económica directa (Moreno-Salamanca, 2018; O'Brien, 2007); y, la segunda, como los trabajos de cuidados remunerados, dirigidos al cuidado infantil, de ancianos y enfermos, y trabajos domésticos (Franzoni y Voorend, 2011; ONU_Mujeres y CEPAL, 2020). Estas labores esenciales agrupan el trabajo doméstico, los cuidados de niños, adultos y enfermos y no tienen remuneración, pese a su relevancia para garantizar la fuerza de trabajo productiva en las sociedades (Amarante y Rossel, 2018; Batthyány y Scavino, 2018; Campaña et al., 2020; Singh y Pattanaik, 2019). Dentro de las labores que hacen parte de los trabajos de cuidado no remunerado se encuentran el tiempo empleado en la elaboración de alimentos, aseo, lavado y planchado de ropa, limpieza, mantenimiento, el tiempo empleado en la compra de bienes y servicios, junto con el tiempo dedicado a otras actividades productivas en el hogar (Blofield y Martínez-Franzoni, 2015; Campaña et al., 2020; Della et al., 2015; Marphatia y Moussié, 2013). Según el concepto de economía de cuidado, también se agrupa el trabajo de cuidado emocional, que, usualmente, es realizado por las mujeres bajo justificaciones de carácter afectivo y de “deber ser” (Dong y An, 2015).
Desde los movimientos feministas se ha reconocido que los servicios de cuidado se deben entender a través del modelo diamante de cuidado o diamante de bienestar en el que confluyen Estado, mercado, comunidad y hogares (Batthyány y Scavino, 2018). Se ha identificado que cuando estas cuatro partes están cumpliendo sus compromisos en una sociedad, se genera un equilibrio en las labores de cuidado. Sin embargo, cuando alguna de las partes deja de brindar su apoyo, estas labores recaen sobre alguna de las otras. Como consecuencia de este desequilibrio, las mujeres han tenido que aumentar su carga de trabajos de cuidado para solventar la ausencia de servicios públicos de cuidado que no son brindados por los otros actores del diamante (Marphatia y Moussié, 2013; Moreno-Salamanca, 2018). Para el caso de América Latina, los Estados se han enfocado en implementar programas de transferencias económicas, educación básica y salud, que, aunque generan beneficios en la población en pobreza o pobreza extrema, no necesariamente generan efectos en el tema de la economía del cuidado, ni contribuyen a la distribución equitativa de las responsabilidades en los hogares (Blofield y Martínez-Franzoni, 2015).
Dentro de los cuidados para niños, enfermos y personas de la tercera edad, se incluyen las siguientes actividades: lactancia materna, el baño y vestido, el tiempo de juego o lectura, la asistencia a reuniones o citas, actividades y eventos del colegio, la ayuda o supervisión de tareas y los desplazamientos hacia el colegio (Campaña et al., 2020). En otros casos, se encuentran las actividades de cuidado médico, el acompañamiento permanente, la compra y suministro de medicamentos, las terapias, el acompañamiento a citas médicas y el soporte físico en caso de invalidez (Amarante y Rossel, 2018; Cook y Dong, 2011; Della et al., 2015). Las labores mencionadas anteriormente requieren de tiempo y energía para su realización; en algunas, el esfuerzo que se requiere va en detrimento de la salud física y mental de las mujeres que las realizan (Della et al., 2015; Moreno-Salamanca, 2018; Reid y LeDrew, 2013). Dado lo anterior, se han establecido algunos mecanismos para hacer seguimiento a las labores realizadas por las mujeres, ejemplo de ello son los indicadores de carga global del trabajo, a través de los cuales se observa el trabajo y la forma en que se desarrolla su división comparando hombres y mujeres. Para el caso de Uruguay, permitió determinar que son las mujeres quienes más horas dedican a estas labores (Batthyány y Scavino, 2018). Al profundizar en estos hallazgos, se identificó que a raíz de la pandemia COVID-19 las horas dedicadas por las mujeres a estos trabajos ha aumentado de forma considerable, en especial, para las mujeres que tienen a su cargo el cuidado de niños, ancianos o enfermos. Para el caso de las mujeres de América Latina, se estableció una desigualdad más profunda en los casos de aquellas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad (Johnson, Saletti-Cuesta y Tumas, 2020; Reyes, 2020).
3.3 Impacto de la pandemia COVID-19 en la crisis de los cuidados en América Latina y el Caribe
La crisis social y económica que se ha vivido a nivel mundial producto de la pandemia COVID-19 ha visibilizado las labores que a diario realizan las mujeres en sus hogares, sin asignarles la relevancia que merecen. Por el contrario, estas labores de cuidado no remunerado son vistas de manera desinteresada dentro de los modelos económicos y políticos de los países (CEPAL, 2020). Debido al aislamiento social para evitar la propagación del COVID-19, la carga de trabajos de cuidados que se llevan a cabo en los hogares (domésticos, cuidados de niños, ancianos o enfermos) ha aumentado dramáticamente, en especial para las mujeres (Actis Di Pasquale, Barboni, Florio, Ibarra y Savino, 2020; ONU_Mujeres y CEPAL, 2020). Según la CEPAL (2020), las cifras que está dejando la pandemia para las mujeres indican que se está retrocediendo en diez años los avances que en materia de equidad se habían alcanzado. A continuación, se resaltan algunas de las implicaciones asociadas a la economía del cuidado agudizadas por la pandemia COVID-19.
3.3.1 Afectación en la situación económica y laboral
Debido a las medidas de aislamiento social a causa de la COVID-19, las economías en general han sufrido una recesión y se ha generado una crisis laboral, en la que algunos trabajadores dejaron de percibir sus salarios, otros han perdido el trabajo y aquellos que eran independientes no han recibido ingresos. Lo anterior ha generado una disminución en el consumo en general de productos que no son esenciales (Johnson et al., 2020). De acuerdo con un estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la COVID-19 ha desencadenado una crisis económica a nivel mundial, que afectará drásticamente el empleo en el corto y mediano plazo, y, por ende, aumentará los niveles de pobreza (Ernst y López-Mourelo, 2020). Esta situación se agudiza en los países de Latinoamérica, ya que desde antes de la pandemia los niveles económicos en la región no eran los más alentadores (Blofield y Martínez-Franzoni, 2015).
Diversos sectores económicos se han visto afectados de una manera considerable por la pandemia COVID-19; sin embargo, entre los más damnificados se encuentran los de servicios como turismo, hotelería, cultura, restaurantes, arte y trabajo doméstico. Este último, ejercido, en su mayoría, por mujeres bajo un contexto de informalidad que supera el 77,5% (CEPAL, 2020). La pandemia generó que gran cantidad de mujeres empleadas en los sectores antes descritos perdieran su trabajo a raíz de las medidas de aislamiento, cifra que dista de los procesos de desempleo enfrentados por los hombres (Johnson et al., 2020). Igualmente, se comprobó que otras mujeres que trabajaban como internas en la prestación de dichos servicios sufrieron incrementos significativos en su jornada laboral (CEPAL, 2020). La situación antes descrita fue aún peor para las mujeres que pertenecen al mercado laboral informal, dado que la ausencia de mecanismos de seguridad social y subsidios al desempleo agravó su situación económica (Ernst y López-Mourelo, 2020).
Considerando lo anterior, se hace necesario el análisis de la distribución de las labores de cuidado donde los múltiples actores dentro de los ecosistemas de cambio de los países actúen de forma articulada para generar soluciones propositivas ante dicha problemática (McCarthy, 2018; Windebank, 2012). Asimismo, en la literatura se pudo establecer posiciones críticas frente a las políticas económicas implementadas por los países de América Latina y el Caribe para enfrentar la pandemia, que usualmente se derivan de las recomendaciones de las instituciones financieras internacionales en las que no se integran como prioridad medidas específicas para la disminución de la brecha de género (Amarante y Rossel, 2018; Bohoslavsky y Rulli, 2020).
3.3.2 Acceso a la tecnología
Como consecuencia del aislamiento social ocasionado por la COVID-19, se ha identificado la brecha existente en cuanto al acceso y uso de la tecnología en la población en América Latina y el Caribe. Con las medidas adoptadas por los gobiernos del cierre de escuelas, colegios y universidades, se generó para maestros y estudiantes la necesidad de utilizar las herramientas tecnológicas en busca de dar continuidad a los procesos educativos. Sin embargo, este privilegio no ha sido posible para el total de la población estudiantil, dado que en Latinoamérica se presentan profundas desigualdades en el acceso a servicios de internet y a dispositivos tecnológicos (CEPAL, 2020). Esta situación se traduce en la necesidad de acompañamiento permanente de los estudiantes en las actividades diarias educativas, en especial de la población infantil; tarea que recae en las mujeres, y que en múltiples geografías de la región se dificulta debido a su bajo nivel educativo (ONU_Mujeres y CEPAL, 2020). Es justo este bajo nivel educativo el que perpetúa círculos de desigualdad, en los que las mujeres siguen siendo las encargadas de las labores de cuidado no remunerado en sus hogares y de forma cíclica replican esta situación en sus hijas (Campaña et al., 2020; Marphatia y Moussié, 2013; Singh y Pattanaik, 2019). Asimismo, se identificó que, en el caso de las mujeres rura les, la situación es aún más aguda, pues no cuentan con los medios tecnológicos o la educación suficiente para hacer frente a la situación que viven (CEPAL, 2020).
3.3.3 Bienestar físico y mental
Antes de iniciar la pandemia de la COVID-19, ya se había identificado la necesidad de generar transformaciones en las políticas públicas dentro del sector salud, no solo en América Latina, sino en diversos países del mundo (CEPAL, 2020; Moreno-Salamanca, 2018; Razavi, 2007). Con la llegada de la COVID-19, esta necesidad se hizo más urgente, y generó como resultado que la carga de cuidados frente a las personas enfermas aumentara para los hogares, y en especial para las mujeres (ONU_Mujeres y CEPAL, 2020). El incremento en las actividades de cuidado no solo se generó para pacientes contagiados por el virus, también se incrementó para atender a personas con otras enfermedades que no pueden ser tratadas en los centros de salud, debido a que están operando al máximo de sus capacidades por la pandemia. Lo anterior aumentó de nuevo la carga de labores de cuidado no remuneradas para las mujeres (Borgeaud-Garciandía, 2020; CEPAL, 2020; ONU_Mujeres y CEPAL, 2020).
Adicional a lo anterior, en América Latina, la mayoría de las personas que hacen parte del sector salud son mujeres. Así, en la situación de pandemia COVID-19 se ha hecho evidente también una sobrecarga en el trabajo remunerado. Trabajo usualmente desarrollado bajo condiciones laborales deficientes, que en múltiples ocasiones se generan bajo escenarios inestables y carentes de medidas de seguridad social y laboral (CEPAL, 2020; Ernst y López-Mourelo, 2020). Otro factor que agrava la crisis de las mujeres en el sector salud por la COVID-19 es el incremento de labores que han asumido dentro de sus hogares, no solo por las implicaciones de seguridad asociadas a las medidas de limpieza, propias para minimizar los riesgos asociados a su labor como funcionarias de salud, sino por la sobrecarga emocional, estrés y fatiga generada como resultado de la suma de su trabajo diario remunerado con la cantidad de tiempo adicional dedicada a dichas labores dentro del hogar (Borgeaud-Garciandía, 2020; Ernst y López-Mourelo, 2020).
Conforme a lo descrito, se encontró que el cuidado de la salud mental en la población se ha considerado una prioridad en la pandemia COVID-19. En particular, bajo los hallazgos que explican la manera en la que factores como el nivel educativo o la clase social influyen en el impacto que la pandemia puede generar en las personas, las poblaciones más vulnerables son aquellas en condiciones de pobreza y bajo nivel de educación (Borgeaud-Garciandía, 2020; Johnson et al., 2020). De acuerdo con un estudio realizado en Argentina, son las mujeres las que en mayor medida expresan sentimientos de miedo y temor frente a la situación vivida por la pandemia, y también son las mujeres las que más esperanza, compromiso y reflexión han generado sobre ella. Según Borgeaud-Garciandía (2020) y Johnson et al. (2020), esto puede atribuirse a que son las mujeres las que mayor carga física y emocional han tenido que soportar, debido a las condiciones sociales que se han generado a causa de la pandemia. En especial, para aquellas mujeres que por su situación económica y social no tienen más alternativa que dedicarse a las labores del cuidado.
3.3.4 Incremento de las labores dentro de los hogares
Las medidas adoptadas por los países para frenar la curva de contagio de la COVID-19 se fundamentaron en el aislamiento social, lo que generó que el cuidado de niños, adultos mayores y personas enfermas hiciera parte de las labores dentro de los hogares. Estas labores, como efecto directo, fueron asumidas, en su mayoría, por las mujeres (CEPAL, 2020; ONU_Mujeres y CEPAL, 2020). En particular, las familias con altos niveles de pobreza presentan mayor desigualdad de género en la distribución de dichas labores.
Igualmente, se identificó que el hecho de que dentro de los hogares de América Latina no se cuente con los servicios básicos ha incrementado las labores de cuidado que las mujeres deben realizar. En el ámbito urbano, cerca del 13,5% de la población no cuenta con servicios básicos, mientras que en el rural, este porcentaje incrementa hasta el 25,4% (CEPAL, 2020). En consecuencia, las mujeres que están en el sector rural deben dedicar más tiempo a las labores del cuidado y a buscar satisfacer la falta de servicios básicos en sus hogares, algunos de ellos vitales, como el agua (CEPAL, 2020; Dong y An, 2015). En el caso de las mujeres que se encuentran en niveles de pobreza extrema en América Latina, el limitado acceso al mercado laboral genera en sus hogares una mayor pobreza y desigualdad social (Blofield y Martínez-Franzoni, 2015).
3.3.5 Violencia de género
Como resultado del aislamiento social a causa de la COVID-19, se ha reportado un aumento de casos de violencia de género dentro de los hogares; a pesar del desarrollo de nuevas estrategias implementadas por los mecanismos de ayuda ante esta problemática en los países de América Latina, como es el caso expuesto por Ruiz-Pérez y Pastor-Moreno (2020), quienes compartieron la experiencia de mecanismos de denuncia de violencias a través de tiendas o farmacias dispuestas con tecnología para dicho propósito.
Para algunos autores, estas violencias contra las mujeres en el contexto de la COVID-19 se explican por factores asociados a la dependencia económica de sus parejas, el desempleo ocasionado por la pandemia, los trabajos de informalidad y factores culturales, entre otros (Borgeaud-Garciandía, 2020). Lo anterior demuestra la necesidad de generar políticas públicas que además de la promoción de escenarios de igualdad de género favorezcan la división equitativa de los trabajos de cuidado en los hogares. En la región, aspectos religiosos, culturales y sociales dificultan que se generen estos espacios de igualdad (Moreno-Salamanca, 2018; Ruiz-Pérez y Pastor-Moreno, 2020).
4. Conclusiones
Esta investigación generó un análisis del concepto de economía del cuidado y estudió las tendencias inves tigativas sobre el tema a partir de un análisis riguroso y sistemático de la literatura precedente sobre el campo de conocimiento. También se analizaron los efectos de la pandemia COVID-19 en el rol que tienen las mujeres en la economía del cuidado, en especial, en esta dinámica en Latinoamérica. Se identificó que, en América Latina, las investigaciones emergentes se han enfocado en el estudio de la participación directa que deben tener los Estados frente a las políticas de cuidado y a la generación de apuestas críticas ante las limitadas iniciativas que se adelantan en la región en el tema de igualdad de género. Se estableció que el interés en el tópico debe superar la esfera de lo privado y, en contraste, conformar el debate en las agendas públicas de los países, en particular, en Latinoamérica, donde fenómenos como la migración, la religión y las tradiciones sociales continúan ampliando las brechas de desigualdad, no solo en el ámbito del trabajo no remunerado en los hogares, sino también en el ámbito remunerado. En este último, se presentan condiciones laborales asimétricas entre hombres y mujeres, que se caracterizan por trabajos no formales, pagos por debajo de los límites establecidos por la ley y ausencia de protección y seguridad social.
En el análisis de literatura sobre el rol de las mujeres en la economía del cuidado en el contexto de la pandemia COVID-19, mostró que este escenario visibilizó y agudizó las desigualdades existentes en los hogares en la distribución de tareas. Se identificó que los principales impactos de la pandemia COVID-19 frente a las mujeres se han generado en cinco áreas: 1) afectación económica y laboral; 2) acceso a la tecnología; 3) bienestar físico y mental; 4) incremento de las labores de hogares; y 5) violencia de género. Se encontró que aún se requieren futuros estudios que se orienten a la comprensión de los efectos de la pandemia COVID-19 en los escenarios de recuperación económica que han emprendido los países. Para lograrlo, se sugiere el desarrollo de estudios que integren triangulaciones entre aproximaciones metodológicas cualitativas, cuantitativas y mixtas que faciliten la generación de insumos para el diseño de políticas públicas sobre el tema.
Finalmente, se identificó como oportunidad en la agenda futura de investigación el estudio de los retos que aluden a la implementación de procesos de cambio cultural orientados a ampliar las voces de las mujeres y visibilizar las desigualdades que se han perpetuado en el tiempo sobre el tema. Se encontró que el ejercicio de distribución de las tareas de cuidado es resultado de un equilibrio entre las iniciativas implementadas por el Estado y por las empresas para balancear dichas cargas; el fallo de alguno de los actores inclina la balanza en contra de las mujeres y les asigna una mayor carga. Esto supone la necesidad de desarrollar más ejercicios comparativos entre países de Latinoamérica, que permitan tanto el análisis de los factores que explican estas desigualdades como la identificación de referentes de política pública que agilicen los procesos de implementación de mecanismos que favorezcan la reducción de estas desigualdades.