LAUCHLIN CURRIE: DESARROLLO, POBREZA Y DESIGUALDAD DEL INGRESO*
BLANCA CECILIA ZULUAGA
Economista de la Universidad del Valle. Profesora del Departamento de Economía de la Universidad Icesi. bzuluaga@icesi.edu.co
Fecha de recepción: 23-8-2002 Fecha de aceptación: 15-1-2003
*Este artículo es el resultado de la ponencia presentada en el seminario realizado por la Universidad Icesi para conmemorar los cien años de nacimiento de Lauchlin Currie, el 8 de octubre de 2002.
RESUMEN
El objetivo de este artículo es analizar el pensamiento de Lauchlin Currie acerca de la pobreza y la distribución del ingreso. Currie fue un economista colombiano que dedicó buena parte de su tiempo al análisis de los problemas sociales y económicos de Colombia, ofreció numerosas y novedosas propuestas para superar el problema de la pobreza en la nación y propició una interesante discusión acerca de la desigualdad entre países. Ambos temas serán tratados en este artículo.
PALABRAS CLAVES
Pobreza, desigualdad, sectores líderes.
Clasificación: B
ABSTRACT
This article reviews Lauchlin Currie´s ideas on poverty and income distribution. Currie was an economist who spent a lot of his time analyzing economic and social problems in Colombia. His work was dedicated to suggest different solutions to these problems. Currie´s suggested solutions to overcome poverty were characterized writings contributed to an interesting discussion about inequality among countries. This article focuses in these two aspects of Currie´s work.
KEY WORDS
Poverty, inequality, leaders sectors.
INTRODUCCIÓN
Este artículo se enfocará en las ideas de Lauchlin Currie acerca de la pobreza y la desigualdad en los países y entre los países. Las ideas del autor sobre estos temas surgieron a partir de su contacto cercano con los problemas del subdesarrollo, cuando en los años cincuenta empezó a estudiar con mayor detenimiento la economía colombiana.
El documento está dividido en seis partes. La primera contiene algunas características de Currie que determinaron la orientación de su aporte intelectual a la economía colombiana. En la segunda parte se resalta la diferenciación entre los conceptos de bienestar, crecimiento y desarrollo en la que el autor insistía con frecuencia. La tercera parte muestra la distinción entre las necesidades sociales y las necesidades físicas, que son base fundamental de la propuesta de Currie para alcanzar una mayor igualdad. La cuarta y quinta partes incluyen algunas de las propuestas de Currie para la reducción de la pobreza, y la sexta parte algunas propuestas encaminadas a la reducción de la desigualdad entre los países. Finalmente se presentan las conclusiones.
La inclusión de esta parte del documento se justifica porque el hecho de saber quién era Currie y conocer algunas características de su orientación académica pueden ayudar a entender su pensamiento y sus propuestas sobre la pobreza y la desigualdad, tan polémicas en su época.
Lauchlin Currie fue un economista colombiano nacido en Nueva Escocia (Canadá), que vivió durante casi todo el siglo pasado -entre 1902 y 1993-. Desde mediados de siglo manifestó un altísimo interés por Colombia, sus problemas, sus gobiernos y su economía; este interés, que lo motivó incluso a solicitar la ciudadanía colombiana,2 se refleja en los numerosos escritos sobre diversos temas económicos del país publicados a partir de ese tiempo.3
Estudiar a Currie necesariamente lleva a pensar en la distinción -si puede hacerse-, entre dos de los muchos tipos de economistas: el teórico económico y el planificador económico. Currie tenía mucho de estos dos tipos. Los economistas dedicados exclusivamente a la teoría pueden lograr que su pensamiento avance muchísimo, y a través de la abstracción y la construcción de modelos pueden explicar el comportamiento de las variables económicas y la toma de decisiones de los individuos. De este ejercicio intelectual, algunas veces apoyado en la validación empírica, resultan los modelos refinados y bellísimos que se estudian en los manuales de economía.
Para un planificador económico la historia es distinta, pues los resultados esperados de sus consejos de política económica y de sus asesorías en la planeación están sujetos a los cambios en las expectativas de los individuos que en los modelos se llaman agentes económicos, de quienes depende el resultado último de las medidas. Ya no se enfrenta al consumidor representativo o al productor representativo de las teorías del consumidor y de la firma, sino a millones de consumidores y productores cuyo comportamiento y formación de expectativas pueden llegar en ciertos momentos a tornarse impredecibles. Esto impide que un buen planificador económico avance con la rapidez y eficacia con las que puede hacerlo un buen teórico.
Currie tenía mucho de estos dos tipos de economistas: el teórico y el planificador. Como teórico era un heterodoxo total. Así como él mismo afirmaba: "No diría que soy monetarista ni keynesiano, ni tampoco soy partidario de la intervención ni del mercado, ni un estructuralista ni un neoclasicista, sino un poco de todo esto". No es fácil imaginarse lo que resulta de esta mezcla.4 Su pensamiento sobre el crecimiento económico,5 la demanda de dinero, la inversión y la política económica difieren por mucho de la teoría convencional y en general de lo que aparece en los manuales de economía. Por eso muy pocos estudiantes tienen la posibilidad de estudiar la obra de Currie. Algo lamentable en verdad, más aún si reconocemos que éste no es el único caso en el que los aportes de un teórico económico se van olvidando gradualmente. Este problema, desafortunadamente, no es exclusivo de la ciencia económica.
Como planificador no corrió con distinta suerte. El mismo Currie decía que lo sorprendía el que siempre lo felicitaran y dieran premios y reconocimiento por lo que había sugerido en el pasado -lo cual raras veces se ponía en práctica-, pero que jamás se atendía a las recomendaciones que hacía en el presente. De hecho, según él, tenía el "récord mundial en número de propuestas rechazadas".
Parecía muy modesto al referirse a las ideas que se le ocurrían, eran aceptadas y funcionaban: aseguraba que las ideas que se le ocurren a la gente normalmente ya las ha pensado alguien en el pasado, pero que si uno expresa la idea en el momento preciso y con la fuerza adecuada, puede ser atendido y elogiado. No se trata de un plagio; la idea es original en la medida en que es original para quien la piensa y expresa desconociendo que alguien ya había hecho lo mismo antes sin el debido reconocimiento. Esto no es extraño; de hecho se ha dado más de una vez que distintos pensadores en diferentes lugares del mundo están trabajando un mismo problema económico y cada uno por su lado logra armar todo un cuerpo teórico, y luego, cuando se propicia la comunicación, es posible el intercambio, y es así como han surgido algunas corrientes teóricas consolidadas. Es el caso de la teoría de la oferta en los años setenta.
En primer lugar, vale la pena resaltar la constante insistencia de Currie en diferenciar los conceptos de crecimiento, desarrollo y bienestar. Al parecer tenía razón en insistir en esto, pues normalmente se tiende a confundir los conceptos. En muchos diccionarios, incluyendo los de economía, desarrollo aparece como sinónimo de crecimiento.
Sabino (1991) presenta definiciones de los dos primeros conceptos, cercanas a las sugeridas por Currie. Se diferencian entonces crecimiento y desarrollo así: "El crecimiento es un concepto semejante al de desarrollo económico aunque algo más preciso y menos amplio en su significado. El crecimiento alude simplemente al aumento en ciertas magnitudes a través de las cuales se mide el comportamiento global de la economía: ingreso nacional, producto nacional bruto, etc. También son indicadores de crecimiento económico otras variables más específicas que sirven para mostrar la presencia de un proceso de crecimiento (empleo, inversión, producción de determinados rubros, etc.). El crecimiento es, por lo tanto, un componente esencial del desarrollo económico, pero no cubre totalmente el significado de este último concepto, pues desarrollo implica también un crecimiento más o menos armónico de los diversos sectores productivos, la creación de una infraestructura física y jurídica, la existencia de una mano de obra adecuadamente capacitada y otros factores diversos, muchos de los cuales no se pueden medir con una mínima exactitud. Por ello el crecimiento resulta un concepto mucho más operativo que el de desarrollo, está menos sujeto a apreciaciones ideológicas y es, en última instancia, su más confiable indicador".
Claramente estas definiciones no confunden, como es usual, los conceptos de crecimiento y desarrollo, mostrando implícitamente que para alcanzar el desarrollo es necesario algo más que crecimiento económico. Se podría mencionar, además de lo incluido por Sabino, que el desarrollo implica un mejor nivel de vida, elevada capacidad de consumo de los habitantes, mejor distribución de la renta y la existencia de un mínimo volumen de ahorro orientado a la inversión reproductiva.
Pero si es difícil definir desarrollo, lo es mucho más encontrar una definición adecuada de bienestar. De hecho, en muchos diccionarios económicos simplemente no aparece la palabra, o no contiene la acepción adecuada a esta discusión. Andersen (1999) presenta la definición de bienestar diferenciando entre el bienestar social y el económico. El segundo se refiere a la "situación en que las condiciones, como el volumen de la producción, la distribución de la renta o las actividades, son las más favorables posible para los habitantes de un país o región" y el bienestar social es la "situación en que los poderes públicos garantizan los recursos necesarios para que los ciudadanos tengan la mejor calidad de vida posible (educación, sanidad, salud, empleo, etc.)".
Como se puede leer, el bienestar se asocia con la posibilidad de llegar a la mejor situación posible en términos sociales y económicos, lo que claramente encierra un carácter de subjetividad.
Ahora bien, además de insistir en la necesidad de diferenciar el crecimiento, el desarrollo y el bienestar, Currie afirmaba que el crecimiento no debía ser considerado como un fin sino como un medio; tampoco el desarrollo es una meta, es más bien un proceso de aprendizaje para lograr un mayor bienestar y para erradicar la pobreza absoluta y relativa. Un "estado de desarrollo" se alcanza cuando una nación adquiere el control suficiente sobre el medio ambiente económico, demográfico y social, de tal manera que le es posible mejorar continuamente el bienestar de los habitantes.
El crecimiento, el desarrollo y el bienestar son deseables y, por tal razón, las políticas económicas y sociales deben conducir a ellos. Se debe entonces hacer la distinción entre estos conceptos para orientar dichas políticas de manera adecuada, pues el crecimiento no necesariamente genera desarrollo y bienestar. El crecimiento, e incluso cierto nivel de desarrollo, no necesariamente se presenta de manera conjunta con una mayor igualdad, la cual es una condición esencial para alcanzar un mayor bienestar.
Una distinción importante que realizaba Currie en el marco del análisis de la pobreza y la desigualdad es aquella entre las necesidades físicas y las sociales. Las necesidades físicas ocasionan un número limitado de deseos, por lo cual es posible satisfacerlas. Por el contrario las necesidades sociales ocasionan deseos ilimitados, por tanto son insaciables. Este hecho hace que la relación entre la posesión de bienes y el bienestar se vuelva cada vez más tenue.
A partir de lo expuesto se puede hacer la diferenciación entre el denominado efecto privación, que tiene que ver con la insatisfacción de las necesidades materiales, y el efecto frustración (en inglés deprivation), relacionado con la insatisfacción de necesidades sociales. La existencia de desigualdad en la distribución originan la envidia, la aversión y el resentimiento, tanto entre los individuos de un país como entre los países.
"Los deseos nacen más rápidamente de lo que se pueden satisfacer; siempre habrá aquellos con títulos, poder y niveles de consumo más altos. Por lo tanto, cuando ya hemos pasado más allá de la economía de miseria, y haciendo excepción de aquellos bienes y servicios que puedan contribuir a la dignificación humana o al embellecimiento cultural de la vida, podemos llegar a la conclusión de que la fuerza que impulsa el crecimiento económico es básicamente malsana y sólo puede crear más frustración que satisfacción".6
El mensaje de Currie es muy claro en este sentido: en sociedades muy pobres la eliminación de la privación debe tener prioridad, mientras que en las sociedades menos pobres la frustración adquiere mayor importancia. La reducción de la brecha entre los niveles de consumo tanto dentro de los países como entre los países y el control al medio ambiente reducen el efecto frustración, además garantizan en primer término la supervivencia para luego promover un mayor bienestar.
"En este orden de ideas, la conclusión que sigue es que para los países más ricos que han logrado una buena medida de igualdad, una disminución del crecimiento económico y un gradual reemplazo de los impulsos existentes por otras motivaciones para ganar el respeto de los otros, y por lo tanto el propio respeto y la estimación pueden muy bien mejorar la calidad de vida y actuar simultáneamente en la reducción de aquellas diferencias económicas y de aquellos sentimientos de envidia que hacen peligrar internacionalmente entre ellos el futuro bienestar del hombre".7
De otro lado, vale la pena resaltar aquí un aspecto: aunque Currie afirmaba la existencia de una relación tenue entre posesiones y bienestar, este factor no reduce la importancia que la desigualdad representa para el bienestar, si las personas que no tienen posesiones consideran que las posesiones de otros son importantes. Este sentimiento de insatisfacción y envidia -como el mismo Currie afirmaba- generaría un sentimiento de frustración que afectaría el bienestar. Esta discusión está relacionada con los trabajos de Varian sobre teoría de la justicia, quien en su análisis del denominado test de la envidia afirma que una distribución se puede considerar como equitativa si "ningún agente desea tener (envidia) el conjunto final (de bienes de consumo) de ningún otro agente";8 una ordenación social que cumpla el criterio de equidad y el de eficiencia -en el sentido de Pareto- se considera una ordenación justa. Así también Currie, sin involucrarse en la discusión de lo que es justo o no, considera relevante para el incremento del bienestar eliminar cualquier sentimiento de envidia entre los individuos originado por la desigualdad.
Ahora bien, teniendo en cuenta la distinción entre necesidades físicas y sociales, los efectos privación y frustración y, adicionalmente, la importancia del control del medio ambiente en la que Currie tanto insistía, se constituye la base para aproximarse a la definición del término desarrollo: implica la satisfacción de deseos materiales, pero además la minimización del efecto frustración y el mayor control sobre el medio ambiente, tanto nacional como internacionalmente; dicho control es una condición necesaria para la supervivencia. Currie le otorgaba importancia al control del medio ambiente hasta tal punto que, según él, éste era lo que diferenciaba a los países más desarrollados de los menos desarrollados. Los primeros han alcanzado un mayor control que los segundos sobre su medio ambiente físico, social, político, económico y demográfico, a favor de la supervivencia y el bienestar.9
Según Currie, para algunos países el círculo benigno de un crecimiento autoperpetuante se puede obstaculizar por el círculo vicioso de una pobreza autoperpetuante. Estudios recientes en Colombia también se han enfocado en demostrar cómo la pobreza se convierte en una "trampa", que impide la movilidad social por parte de los grupos de población de más bajos ingresos;10 el círculo vicioso se fortalece debido a la escasa inversión en capital humano -definido como inversión en educación- por parte de los hogares más pobres, lo que hace que la pobreza se transmita de generación en generación. Al igual que Smith, Currie pensaba que ninguna sociedad podía florecer y ser feliz si la mayor parte de sus miembros son pobres y miserables. Ello implica que lo que cuenta no es el desarrollo ni el crecimiento en sí mismos; lo que realmente cuenta es valorar el bienestar material y espiritual de una sociedad. Ello también implica que se debe solucionar el conflicto entre los conceptos de máxima eficiencia del mercado y los costos sociales.
Currie había identificado que la pobreza, especialmente en el sector agrícola, era el resultado de un empleo deficiente que producía un rendimiento muy bajo en un área rural con exceso de población. La escasa movilidad impedía la reasignación eficiente de los recursos, especialmente los recursos humanos, lo cual conducía a una subutilización y a la baja productividad y creaba obstáculos a la mecanización y tecnificación de la agricultura. En esta medida, la solución estaría encaminada a propiciar la creación de empleos urbanos adecuados.
Currie no era partidario de las políticas de redistribución de la tierra y de las que tienen por objetivo incrementar la productividad física por hectárea de la gran masa de los pequeños campesinos como solución a la pobreza rural. La razón es que como los campesinos son tantos, la subdivisión de la tierra sería inapropiadamente pequeña desde el punto de vista de la eficiencia. Además, las elasticidades ingreso y precio de la demanda para productos agrícolas son tan bajas que cualquier logro en la productividad física de un gran número de campesinos empeoraría los términos de intercambio hasta tal punto que los arruinaría a todos, excepto a los de las posiciones más favorables.
Currie era partidario del principio "igual tratamiento bajo la ley a grupos en igual posición", por tanto no estaba de acuerdo con la expropiación sin compensación, y si se hiciese la expropiación con justa compensación, ello sería muy costoso, o para el campesino si debiera pagar el valor comercial de la tierra, o para los contribuyentes si se decidiera que el Estado debe financiar los subsidios a los campesinos.
Para Currie la solución al problema de la pobreza en el campo sólo podía encontrarse en las ciudades. Se hace necesaria la creación de empleos urbanos en la producción de artículos con alta demanda y alta elasticidad de ingreso. La movilidad de recursos humanos del campo a las ciudades produciría una escasez de mano de obra que haría incrementar los salarios de los trabajadores rurales.
Currie consideraba que un desplazamiento del 50% o 60% de la fuerza de trabajo11 desde la agricultura hasta otras actividades, que fuera acompañado por mejoras técnicas en el sector primario, elevaría el promedio de ingresos de los trabajadores que quedaran en el campo y podría aumentar la oferta global de alimentos con precios competitivos.
La crítica más común a la sugerencia de Currie es que las ciudades no estaban en capacidad de generar toda la cantidad de empleos que se hubiesen requerido si se propiciara esta movilidad de las áreas rurales a las ciudades, y que esto empeoraría la desigualdad al condenar a los campesinos a vivir en tugurios urbanos. Sin embargo, Currie insistía en sustentar su tesis y la apoyaba dándole fuerza a la estrategia de los sectores líderes.12 Uno de ellos era la construcción. En esta medida sugería el estímulo al ahorro privado a través de la corrección monetaria, con el fin de estimular el crédito para vivienda, proponiendo un diseño de ciudades dentro de la ciudad para el crecimiento de las áreas metropolitanas.
Currie seguía a su maestro Young (que a su vez estaba influenciado por Smith) cuando afirmaba que el crecimiento podía generar mayor crecimiento en la medida en que se propiciaban cambios en la proporción de factores, en el grado de especialización, que tendían a reducir los costos y ampliar más el mercado (lo que Young denominaba rendimientos crecientes, empleado en un sentido diferente del de la teoría neoclásica convencional). En términos generales, cualquier aumento en el mercado pone en movimiento fuerzas que tienden a aumentar aún más el producto y el mercado. Estas fuerzas son conocidas como economías de escala internas y externas.13 Así como la pobreza es autoperpetuante, el crecimiento también puede serlo.
Adicionalmente, el crecimiento es desigual entre distintos sectores. Esta era la base de la propuesta de Currie de los sectores líderes, los cuales podían ser estimulados exógenamente con un significativo impacto en la economía general. Dichos sectores se caracterizan por una alta demanda de sus productos, una elevada elasticidad del ingreso de la demanda, y por la capacidad de crecer significativamente mediante estímulos exógenos, ocasionando un gran impacto en el crecimiento total. Los sectores líderes en Colombia identificados por Currie son la construcción y las exportaciones, que pueden crecer acíclicamente (es decir, de manera independiente a la tasa global de crecimiento del producto), sin fracasar por insuficiencia de demanda.14 Además, el sector de la construcción, particularmente, es menos sindicalizado y por tanto menos sujeto a presiones salariales.
De otra parte, según Currie, salir del círculo vicioso del bajo crecimiento implica erradicar la pobreza sin caer en el inmediatismo del ataque directo al problema. Con cierto matiz rawlsiano -sin que se conozca que hubiera tenido influencia directa de Rawls-, Currie afirmaba que el objetivo de política de desarrollo debería ser alcanzar un nivel de vida tolerable para la clase más necesitada. Además, afirmaba que sería un error atacar el problema de la pobreza de manera directa con políticas de corte paternalista y asistencialista dirigidas a los más pobres.
El enfoque "directo" que criticaba Currie era específicamente el que promovía programas como el de vivienda de lotes y servicios, "lo pequeño es hermoso",15 el proteccionismo, la creación de empleos de baja productividad en actividades intensivas en mano de obra, y la orientación de los programas siempre a los más pobres de los pobres, sin explorar alternativas que podrían resultar más eficaces.
Pero ¿cuál era la propuesta concreta de Currie? Él proponía la orientación de los planes masivos de construcción hacia los sectores medios de la población que tenían mayores posibilidades de demanda. La razón que expresaba Currie para que los planes no fueran orientados en principio a los sectores más pobres era que el esfuerzo en términos de subsidios sería demasiado grande y podía fracasar si el excedente a cargo de los beneficiados no pudiera ser pagado. Si se dirigieran los planes de vivienda a un grupo de población menos pobre y con alguna capacidad de pago, el programa tendría mayor éxito y se podrían ofrecer viviendas de calidad y tamaño adecuados. Luego vendría un proceson de escalonamiento o filtración, pues los sectores sociales beneficiados con las nuevas viviendas tendrían que vender las ya existentes a los grupos sociales que les siguen en la escala de ingresos, y éstos a su vez a los más pobres. Así, habría un auge en la actividad edificadora, proporcionando empleo a miles de trabajadores en el sector y en los otros sectores relacionados que proveen los insumos a la construcción.
Efectivamente, la realidad ha mostrado que algunos de los hogares de los estratos más bajos que han sido beneficiados por los planes de vivienda de interés social han tenido que devolver las casas posteriormente, pues su muy baja capacidad de pago les impide completar la diferencia entre el valor del predio y el subsidio. En esta medida, la propuesta de Currie podría resultar apropiada; sin embargo, nadie garantiza que el ciclo descrito por Currie (beneficiarios directos grupo de población más pobre grupo de los más pobres de los pobres) no se rompa en algún nivel, y propicie más bien la concentración de la propiedad de vivienda en pocos propietarios sin que los beneficios lleguen a los más pobres.
Otra preocupación de Currie estaba centrada en la elevadísima tasa de natalidad existente en Colombia. Para él, este factor podría anular cualquier esfuerzo por incrementar las tasas salariales de los trabajadores no calificados a través de la movilidad. Existía un peligroso círculo vicioso entre crecimiento demográfico y pobreza. En países en desarrollo, la alta tasa de fecundidad anula el efecto de las tasas de crecimiento sobre el ingreso per cápita.
Refiriéndose a Nariño, Currie comentaba: "Jamás había visto una tierra tan fértil, habitada por gente tan extremadamente pobre, supersticiosa y con una educación tan deficiente. Todas las mujeres cargaban un niño en la espalda y uno en el vientre".16 Cabe preguntarse aquí qué tanto hemos cambiado desde ese tiempo hasta ahora, alrededor de cincuenta años. Y sí hay un cambio, pues ahora esas mujeres con un niño en la espalda y otro en el vientre no sólo están allá en esa "espectacular región volcánica al sur de Colombia", sino que también se pueden ver en los semáforos en las grandes ciudades. La urbanización forzosa, no planeada como lo proponía Currie, no resulta entonces en la vinculación de mano de obra a los sectores estratégicos, sino que presiona al alza en los niveles de desempleo urbano.
Para Currie, una creciente fuerza laboral, más que ayudar, obstaculiza el crecimiento de los ingresos per cápita y el desarrollo. La urbanización y el crecimiento planificado de las ciudades es una de las vías para alcanzar el desarrollo sostenido.
Currie afirmaba que el crecimiento económico es una condición necesaria para el desarrollo en los países muy pobres. En cambio, en los países más ricos está latente el costo del crecimiento desmedido. Un cierto nivel de abundancia es necesario para llevar a la satisfacción total de los bienes primarios -incluido el disfrute del ocio-; pero el problema surge cuando los incentivos económicos priman en tal medida que amenazan la protección del ambiente, considerado por Currie como un elemento fundamental del desarrollo.17 El crecimiento sin fin en los países desarrollados puede sensibilizar la insaciabilidad del consumo, lo que constituye una clara amenaza a la sostenibilidad, pues el agotamiento de recursos podría afectar a las futuras generaciones.18
Para Currie era imposible llegar a niveles de equidad sin transformar las raíces de la racionalidad económica. Esto significa que los países en desarrollo deben reemplazar los incentivos puramente económicos, por otros de reconocimiento social diferentes de la posesión material. Dada la limitación de recursos no habría otra manera de cerrar la brecha en el consumo: que los países desarrollados reduzcan sus tasas de crecimiento y los países en desarrollo logren altas y permanentes tasas de crecimiento. Para lograrlo, los países en desarrollo deben concentrar sus esfuerzos en la adopción de la tecnología existente de uso rentable, mientras que el desarrollo de nuevos productos y la innovación tecnológica debe ser tarea principalmente de los países avanzados.
Una posible motivación para reducir las tasas de crecimiento que podrían tener las naciones desarrolladas tiene que ver con lo que Currie denomina el efecto resentimiento y sus consecuencias. La desigualdad creciente y persistente podría constituirse en una amenaza para la paz mundial, si crecen el resentimiento y la envidia de las naciones pobres hacia las más desarrolladas. Como ya se mencionó, Currie afirmaba que el cambio de incentivos de las naciones desarrolladas implicaba una transformación en "las raíces mismas de la racionalidad económica". Sin embargo, se podría considerar que dicha variación de incentivos no compromete la racionalidad, ni se trata tampoco de una acción altruista, sino que obedecería a la necesidad de gobernantes racionales de protegerse contra los efectos negativos que involucra el incremento del "efecto resentimiento"; se trata más bien de un juego en el que la cooperación puede llevar a mejores resultados que el desinterés por el otro.
Otro argumento para el cambio de incentivos es el expuesto en la sección 3: el crecimiento continuo es incapaz de satisfacer las necesidades sociales del hombre, y en lugar de dar bienestar, cuando ya se satisfacen las necesidades materiales, viene la frustración y el descontento. Así pues, el sentimiento de envidia que surge entre los más pobres "ni siquiera tiene como contraparte un mayor sentimiento de bienestar de los más ricos, ni el goce del aumento en el consumo".19 Esto sucede porque la capacidad de satisfacer los deseos no es suficiente para mantener el ritmo acelerado al que éstos crecen.
Por ello, según Currie, la disminución gradual en el crecimiento económico de los países ricos y el reemplazo de las motivaciones meramente económicas por otros estímulos conducentes a ganar el respeto y estimación pueden mejorar la calidad de vida y reducir las diferencias económicas y los sentimientos de envidia.
Por otra parte, en cuanto a la ayuda internacional, Currie insistía en que entre las naciones soberanas no debería existir la caridad y la gratitud, sino el deseo de colaborar con fines mutuamente benéficos. La ayuda no debe ser de corte asistencialista, sino que debe propiciar cambios definitivos en el modo de operar de los países en desarrollo que garantice un efecto duradero de los recursos transferidos. Así mismo, los países debían cuidarse de depender excesivamente de la ayuda financiera de otras naciones para poder funcionar.
La tarea de los países en desarrollo sería lograr un mayor crecimiento, acompañado de una menor desigualdad en los niveles de vida, mayores oportunidades de educación que permitan acceder a empleos mejor remunerados, estímulo al ahorro y empleo total de la tecnología disponible, especialmente en el sector agrícola. Recomendaba planear para un espacio temporal de veinticinco años y más, el logro de diferentes objetivos que conduzcan al desarrollo, garanticen la supervivencia, y de ahí, el bienestar.20
La ayuda internacional de los países desarrollados debía enfocarse, entonces, no a la caridad y a propiciar la dependencia, sino por ejemplo a apoyar el comercio de los países menos desarrollados, haciendo tratados internacionales que permitan a dichos países exportar sus bienes hacia los más ricos.
CONCLUSIONES
En síntesis, según Currie es deseable planear para una economía mundial más equitativa, con un período de rápido crecimiento -bajo control ambiental- para los países menos desarrollados, con el fin de eliminar el "efecto de envidia" que origina la desigualdad en los niveles de consumo. Las medidas para lograrlo parten de la idea de que el problema del subdesarrollo no radica principalmente en la escasez de recursos, sino en la falta de planificación adecuada y la subutilización de dichos recursos. Se resumen en:
Desafortunadamente en Colombia sí se ha dado la movilidad de población del campo a la ciudad, pero no como resultado de la implementación de una estrategia de movilización de factores productivos hacia los sectores líderes como lo sugería Currie, sino como resultado del desplazamiento forzoso debido al conflicto armado. También se ha presentado en cierta medida la desaparición de muchas unidades de minifundio, pero no para fortalecer las unidades agrícolas dotadas de mejoras tecnológicas, sino para ampliar el predominio del latifundio y de la ganadería extensiva.
En cuanto al sector de la construcción, pese a que se sigue considerando clave para la reducción del desempleo, existe un alto nivel de informalidad que disminuye la calidad de los empleos que allí se generan.
En vez de la asistencia y la caridad entre países, Currie consideraba preferible promover el comercio. Los países desarrollados deberían estar dispuestos a comprar los productos de los menos desarrollados, máxime reconociendo el sector exportador como uno de los llamados sectores líderes. Adicionalmente, sería mucho más valioso ampliar la posibilidad de inversión en capital humano de individuos de países en desarrollo, en programas de entrenamiento avanzado en países desarrollados.
Se podría agregar que una medida acorde con las propuestas de Currie sería que los países ricos estuviesen dispuestos a competir en mayores condiciones de igualdad con los menos desarrollados. Por ejemplo, la existencia de elevados subsidios en países desarrollados, unida a la apertura casi total de los mercados en los países pobres, puede llevar al empeoramiento de la situación económica y social de estos últimos.
NOTAS AL PIE DE PÁGINA
2. Currie había recibido la ciudadanía americana a los treinta y dos años.
3. Para hacer un seguimiento a la producción intelectual de Lauchlin Currie, ver Sandilands (1990), Vallejo (2003) y Revista Cuadernos de Economía de la Universidad Nacional 18 y 19 (1993).
4. "Ser keynesiano o monetarista es ser solamente un macroeconomista parcial". Lauchlin Currie, 1993.
5. Su pensamiento en este tópico estaba altamente influenciado por las enseñanzas de su maestro en Harvard, Allyn Young, quien avanzó en el estudio de la teoría del crecimiento endógeno (Currie, 1981b).
6. Currie (1981c). Página 290.
7. Currie (1981c). Página 290.
8. Varian (1974).
9. Para Currie, antes que el bienestar, los países debían luchar por lograr la supervivencia sin miedo; la supervivencia implica la existencia de un ambiente favorable para satisfacer las necesidades emocionales sin violencia.
10. Nina y Grillo (2000).
11. Sandilands (1990).
12. El plan de desarrollo del presidente Misael Pastrana, "Las cuatro estrategias", incluía la propuesta de Currie de incentivar los considerados sectores líderes en Colombia: la construcción y las exportaciones.
13. Currie (1981a).
14. Currie (1992).
15. Sandilands (1990).
16. Sandilands (1990).
17. Currie consideraba que la destrucción del medio ambiente se debe en parte al exceso de mano de obra en el campo y sus prácticas, dado el mayor crecimiento demográfico.
18. Currie (1982).
19. Currie (1981c). Página 289.
20. Una estrategia de largo plazo similar a esta propuesta llevó a cabo Corea desde la primera mitad del siglo pasado, cuando empezó a trazarse metas en materia de cobertura educativa universal, para niveles de educación cada vez más altos.
BIBLIOGRAFÍA
Andersen, A. (1999). Diccionario de Economía y Negocios. Madrid: Editorial Espasa Calpe S.A.
Currie, L. (1978). "Los objetivos del Desarrollo". Publicado por tercera vez en Revista Cuadernos de Economía No. 18-19, 1993. Universidad Nacional. Bogotá.
Currie, L. (1981a). "La teoría del crecimiento". Publicado por segunda vez en Revista Cuadernos de Economía No. 18-19, 1993. Universidad Nacional. Bogotá.
Currie, L. (1981b). "Allyn Young y el desarrollo de la teoría del crecimiento". Publicado en español en Revista de Planeación y Desarrollo No. 12, 1993. Traducción de Santiago Montenegro. Bogotá.
Currie, L. (1981c). "Desigualdad global y crecimiento". Publicado por segunda vez en Revista Cuadernos de Economía No. 18-19, 1993. Universidad Nacional. Bogotá.
Currie, L. (1982). "El crecimiento económico y la supervivencia". Publicado por tercera vez en Revista Cuadernos de Economía No. 18-19, 1993. Universidad Nacional. Bogotá.
Currie, L. (1992). "La teoría en que se basa la estrategia del sector líder". Publicado por segunda vez en Revista Cuadernos de Economía No. 18-19. Universidad Nacional. Bogotá.
Nina, E. y Grillo, S. (2000). "Educación, movilidad social y trampa de la pobreza". En Coyuntura Social No. 22. Fedesarrollo, Bogotá.
Sabino, C. (1991). Diccionario de Economía y Finanzas. Caracas: Editorial Panapo.
Sandilands, R. (1990). Vida y Política Económica de Lauchlin Currie. Bogotá: Editorial Legis.
Sen, A. (1999). Development as Freedom. USA: Alfred A. Knopf Ediciones.
Vallejo, J. (2003). Cuatro economistas colombianos. Bogotá: Editorial Norma - A la fecha en Imprenta.
Varian, H. (1973). "Equity, envy and efficiency". Journal of Economic Theory 9, 1974.